“Cuando un cliente acude a nosotros, lo hace con una idea. Una idea que vive solo en su plano mental, formada por una inmensidad de detalles imaginarios, rica, compleja, prácticamente infinita. Pero existe un problema: la única forma que tiene de comunicar esa idea al mundo es mediante el lenguaje —un recurso finito, limitado y muchas veces confuso. Nuestro trabajo comienza ahí. Interpretamos esa intención. Escuchamos lo que está dicho y también lo que está implícito. Y traducimos esa idea al diseño: en imágenes, en formas, en colores, en palabras. Diseñamos para que el cliente se reconozca en lo que ve. Para que el mundo vea lo que él imaginó.”